Sin duda parece una pregunta capciosa. Todos sabemos que no podemos
amar como Dios ama. Y además, no podemos encontrar a nadie que merezca ser
amado así.
Lo intentamos. Pero cuando lo piensas,
compartir la vida de Dios por toda la eternidad es un regalo inalcanzable para
nosotros. Y duele admitir que el amor de Dios por nosotros es totalmente
inmerecido. Es un poco embarazoso... sin embargo, ahí está. Él nos ama. Siempre.
Ahora. En este momento, como somos.
Y debido a que es su voluntad extender
la mano y llevar a sus hijos en apuros a su corazón, nuestros pequeños
esfuerzos son aceptados como las flores silvestres aplastadas en la mano de un
niño y suspiran como tesoros. Entonces, aquí está mi propuesta: si es tan fácil
complacerlo, permitamos que otros nos complazcan. Vamos a darles un descanso a
todos: amémosles incondicionalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario