viernes, 22 de septiembre de 2023

Venga a nosotros kipur



 Yom Kipur​, el día de la Expiación, es el día más sagrado del año judío y es conocido como el día de la expiación, del perdón y del arrepentimiento de corazón o de un arrepentimiento sincero. No es una festividad sino que forma parte de los diez días de arrepentimiento o diez Días Terribles. Dentro de la liturgia de la tradición hebrea, se sitúa días después de la festividad del Año Nuevo o rosh ha shaná (ראש השנה‎) y se celebra en los últimos días de septiembre o en los primeros de octubre, dependiendo del calendario lunisolar que rige la vida religiosa hebrea. 

Desde la liturgia hebrea tiene todo el sentido que kipur tenga lugar después de la celebración del Año Nuevo. Se dice que Dios creó el mundo sobre el principio de Justicia y de Misericordia y desde esta mirada se ha de regir todo, comenzando por la vida humana. Sólo los corazones en Paz - los puros de corazón -pueden regirse por la Justicia misericordiosa del Señor: ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en su santo templo? El que tiene las manos y la mente limpias de todo pecado. Salmo 24


Hace unos años participaba en unas jornadas sobre el perdón, impartidas por la Fundació Ernest Lluch per al diàleg.  De entre los testimonios expuestos, recuerdo el de una mujer negra, sudafricana a la cual un grupo de tres jóvenes hombres y blancos - afrikaners - le había asesinado a su marido y a su hijo de 25 años: fue una tarde de domingo, a la salida de un partido de fútbol, en la que, para divertirse, los jóvenes entraron en la casa de Margaret y destrozando todo y apaleando y finalmente asesinando a su marido y su hijo Daniel. Cuando Margaret volvió de su turno de trabajo encontró que la policía ya había llegado, alertada por un vecino. Los jóvenes fueron identificados, juzgados y condenados. Al principio de la condena, Margaret intentó visitar a los tres jóvenes para preguntarles el por qué, el sentido de su acción: tan sólo uno, Donald accedió a hablar con ella. Las conversaciones entre ambos no comenzaron de manera fluida. El joven apenas podía mirar a los ojos a Margaret. Margaret continuó visitando al joven cada semana y con el tiempo, muy poco a poco, Donald comenzó a abrirse a la mujer. Jamás pudo dar una explicación del porqué, pero si fue capaz de abrirse a conocer una realidad diferente de esos que eran sus vecinos más o menos cercanos y que hasta el momento jamás había reconocido como sus iguales. Gracias a la insistencia de Margaret pudo hacerse sensible a los sentimientos y a las emociones,a las necesidades y a los anhelos más profundos de una mujer negra, vieja y pobre. Las conversaciones con Margaret, a veces de una cotidianeidad llana y hasta superficial, le situaron en un sitio lleno de compasión hacia la persona a la cual había causado tanto dolor. 


A lo largo de los algo más de 10 años que duró el encarcelamiento, Margaret siguió visitando a Donald, hasta que, pasados algunos años, el joven pudo pronunciar las palabras sanadoras: “Margaret, me podrás perdonar todo el daño que te he causado?. Jamás sabré cómo compensarte  pero estoy dispuesto a cualquier cosa que pueda ayudar”

El joven fue puesto en libertad al cabo de tres años después de la conversación del perdón con Margaret: en su favor había jugado la conducta positiva, los estudios realizados durante el tiempo en prisión y, con mención especial por el juez, el testimonio de arrepentimiento profundo que había dado Margaret después de la petición del perdón.

El día que Donald salía de prisión fue recibido por sus padres y hermana y, también, por Margaret. Después de unos días de disfrutar de la libertad, Donald fue a visitar a Margaret y volvió a expresar su deseo de compensación, sabiendo que su marido y su hijo ya nunca más volverían. Margaret también había recorrido el camino de la sanación y le contestó: 

- cierto, ellos no volverán. Pero tú puedes llenar una pequeña parte del vacío que me ha dejado la ausencia de mi hijo Daniel. Él venía a visitarme cada miércoles a la salida del trabajo; ¿querrás tú venir a visitarme cada miércoles, también?

Ni un sólo día faltó Donald a la cita semanal durante los años siguientes que vivió Margaret.


El perdón es un proceso, un proceso encaminado a darnos Vida, porque la alternativa, subsistir en la herida, sólo nos produce la muerte. Hace unos días, a la luz de la lectura de Mateo 18, 21-35 en la homilía compartida cada una de las personas resonaba con la propia incapacidad de perdonarse, perdonar y, más allá, incluso de pedir perdón. Desde nuestra pequeña gran miseria de un Occidente supremacista y en situación de” no guerra” (la Paz es otra cosa) no somos capaces de abordar una verdadera y profunda cultura del perdón. El perdón - sea pedirlo u otorgarlo - duele; duele porque la herida infringida en la otra persona nos resuena como propia; duele porque nos situamos en el plano de “la ayuda” (lo que ayuda a la otra persona) y esa ayuda implica superioridad, claro, la nuestra, alejada de la humildad suficiente para reconocer el daño causado. Nada de esto es un arrepentimiento profundo y verdadero, sino elucubraciones de corazones aburguesados. 


En el proceso del perdón y arrepentimiento profundo los pasos están señalados por unas relucientes baldosas amarillas: hacerse consciente de la falta y sus efectos, verbalizar, pedir perdón a la persona y reparar. Si, cuando las personas en conflicto alcanzan la paz en sus corazones, reparar siempre es posible, tal como Donald hizo con Margaret. No se trata de volver a la situación anterior a la falta, sino reconocer el sitio nuevo en el que nos resituamos después del camino recorrido y que nos permite reescribir el proyecto vital, recordando el pasado pero caminando hacia hacia el futuro. 


En la liturgia hebrea, el día de kipur es un dia de ayuno completo durante las horas de luz solar; a la salida del día, después del proceso de diez días de arrepentimiento y reconciliación con la comunidad, se vuelve a celebrar la Vida con una mirada limpia para que renazca la Justicia y la Misericordia de Dios. 

Que todos seamos pues inscritos en el Libro de la Vida.