jueves, 20 de enero de 2022

Punto de partido en la migración irregular


 El tenista Novak Djokovic ha sido recientemente noticia porque el Gobierno de Australia le ha expulsado del país, al entrar al mismo sin estar vacunado. Uno de los requisitos exigibles para los extranjeros que quieren entrar en Australia es tener acreditada la pauta completa de vacunación. Djokovic no la tenía y, por tanto, ha sido expulsado. Esta razón que se expresa tan fácil y lógicamente tendrá, con seguridad, muchas explicaciones en las tensiones internas de la política australiana y, también con seguridad, diversas visiones según las diferentes corrientes de opinión. El caso es que el deportista o tennis star, como le ha denominado la prensa internacional, estuvo retenido en un hotel durante unos pocos días; posteriormente, se le permitió tener libertad de movimientos, incluido poder entrenar; y, finalmente, fue deportado del país, siendo sancionado con una prohibición de no volver a entrar durante los siguientes tres años.

Hace meses y en este mismo blog, escribía el post «Yo sólo venía a buscarme la vida» . Su base de reflexión era la noticia de una joven española que había entrado en el Reino Unido de manera irregular, retenida en un Centro de Internamiento para Extranjeros y, finalmente, expulsada del territorio británico. La joven expresaba la frustración, el miedo y la incerteza que la sobrecogían en los días de encierro y la injusticia manifiesta que se estaba cometiendo con ella, que era europea y, por tanto, no merecía el internamiento. Explicaba que no era una delincuente, ni una terrorista, sino que quería establecerse en el Reino Unido para ganarse la vida.

En el caso de Novak Djokovic la denuncia desde los entornos cercanos al deportista se manifestaban en la misma línea, acrecentando el tono ya que el tenista pertenece a la élite, en este caso a la élite deportiva, económica y, por tanto, a la élite social. Incluso, desde el  Ministerio de Asuntos Exteriores de Serbia se emitió un comunicado, en el cual trataban de exculparle: «No es un criminal, un terrorista o un inmigrante en situación irregular, pero ha sido tratado de esa forma por las autoridades australianas, lo que ha provocado la indignación de sus aficionados y de ciudadanos de Serbia». Y, así de un plumazo, se alineaban delincuentes y terroristas con inmigrantes en situación irregular.

El próximo día 22 de enero, a las 18 horas se celebra la octava vigilia de oración organizada por la Fundació Migra Studium delante del Centro de Internamiento de Extranjeros de la Zona Franca de Barcelona. Es un acto de protesta contemplativa ante la situación que viven las personas internas. En el CIE están habitualmente retenidas hasta un total de 80 personas, que son inmigrantes en situación irregular. Ellos -hasta ahora sólo son hombres- no son tennis star, su imagen no mueve millones de euros, ni convocan multitudes para verlos practicar un deporte, ni son noticia por lo excepcional de su situación. Tampoco los gobiernos de sus países de origen emiten comunicados para que se respeten sus derechos fundamentales. Pero, también, como Djokovic, están siendo retenidos por haber entrado a un país de manera irregular, esto es, sin cumplir la exigencia administrativa; también, como Djokovic, venían a desarrollar su proyecto vital, aunque el plano económico en el que se mueven sea tan dispar; y, también como Djokovic, ven injusta su situación.

A nivel causal el parecido entre la situación de los internos del CIE de la Zona Franca y, por extensión, de todos los internos e internas de los CIE, y la situación de Djokovic son tan profundamente similares que se igualan en el resultado de sus actuaciones: deportación y sanción adicional. Sin embargo, hay diferencias que importan y que deberían ser tenidas en cuenta para aliviar la situación, en este caso, de los internos del CIE. Ellos carecen de fuentes de ingresos y carecen de formación o de una forma digna y segura de ganarse la vida. En la otra, Djokovic ha tenido educación, tiene recursos económicos suficientes y su imagen es capaz de movilizar a la opinión pública tal como hemos visto en los últimos días.

No se puede penalizar a Djokovic por ser parte de la élite deportiva porque no sería justo: llegar a ser número uno mundial exige una gran fuerza de voluntad, sacrificio y determinación, además de talento. Pero, sí se puede penalizar la falta administrativa, tal y como ha decidido el Gobierno australiano. El único punto de partido que ahora está en juego es decidir si la penalización por la falta administrativa es excesiva y, si lo es, admitir que lo es para todos y todas las que cruzan fronteras.


[Imagen extraída de Wikipedia]