domingo, 3 de mayo de 2020

Hacia una nueva pedagogía de la Comunicación


 Martin Buber en Ich und Du (Yo y tudefine una 'filosofía del diálogo' si no un 'nuevo humanismo' a través del diálogo y la comunicación, en que yo me construyo como persona en tanto soy capaz de reconocer al otro, al tú. Este reconocimiento se apoya sobre el pilar del respeto y la responsabilidad para con la otra persona. Ich und Du fue publicado en 1923 lejos de la arena actual, donde personas hiperconectadas llaman presencia - retweets o likes - a una comunicación cada vez menos presencial y más expres, donde se pierde el reconocimiento del otro, donde se pierde, entonces, el humanismo. 
Sherry Turkle, investigadora del MIT publicó un ensayo en 2017 donde establecía algunas de las causas de la necesidad de práctica y pedagogía para establecer y mantener una conversación. En el mismo, también asegura que la condición de humanidad se pierde sin la presencialidad, es decir, si la comunicación se lleva a cabo a través de los medios tecnológicos. Para Turkle es difícil que los más jóvenes sepan comunicarse si han crecido viendo a sus padres en una continua interacción con los dispositivos o si cuando se han aburrido se les ha dado como alternativa un móvil o una tablet. La autora habla de las ventajas de experimentar el aburrimiento y también, de la necesidad de la soledad, para poder aprender a comunicarnos. A priori resulta paradójico que la comunicación, que implica una comunidad,  se inicie en la soledad, es decir, "la estrecha relación que existía entre la huida de la conversación y la huida de la soledad"; y aclara unas lineas más abajo "Pero la capacidad para pasar tiempo con uno es un requisito para cualquier relación" porque necesitamos saber estar con nosotros mismos para poder estar con los demás. 
Hay mucha sabiduría popular que estaría de acuerdo con Turkle: frase como "la caridad bien entendida comienza por una mismo" o "quererse a uno mismo para querer a los demás" entre otras, no dejan de ser facetas del mismo tipo de pensamiento. Y, a este quererse a uno mismo, ayudarse a uno mismo, habría que añadir aprender a estar con uno mismo. Entonces, desde aquí, podemos reconocer al otro y crear el nuevo humanismo de Buber. 
En Hacia una conversación silenciosa Manuel Cruz dice que "La conversación brota del encuentro del gusto por la inteligencia y por la palabra" y, después de su comparación entre las tertulias de antaño y las actuales - "vocingleras de los medios de comunicación"- recuerda la necesidad de "hacerle un hueco en esa nueva consideración del conversar de la que andamos tan necesitados a la idea misma de silencio", eso si, "Ese silencio cargado de palabra nada tiene que ver con el silencio bobo del ignorante (que sólo vale para otorgar). Aquel es un silencio rico a través del que comprendemos, asentimos, reprobamos o expresamos la más intensa de las emociones". 
Por lo antes expuesto, creo firmemente en la necesidad de una pedagogía que comience por el silencio de la soledad personal, en que nos aceptamos y reconocemos, como necesaria para reconocer al otro y entablar en ese escenario de respeto responsable, la comunicación. 



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